Me gustaría comenzar con un breve fragmento de Demian de Human Hesse, en el que pone de manifiesto que lo importante no es lo que lleguemos a ser sino en llegar a ser lo que realmente somos.
“En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una “misión” pero ésta no podía ser elegida, definida a voluntad.
Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo.
No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir.
Aquel descubrimiento me conmovió profundamente; éste fue el fruto de aquella experiencia.
Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que me pudieran estar destinados, de poeta quizá, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa.
Aquellas imágenes no valían nada.
Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaban para eso. Tales cosas podían surgir marginalmente.
La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo.
Se podía llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; eso no era asunto de uno; a fin de cuentas carecía de importancia.
Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo.
Todo lo demás eran medianías, un intento de evasión, de buscar refugio en el ideal de la masa; era amoldarse; era miedo ante la propia individualidad.
La nueva imagen surgió terrible y sagrada ante mis ojos, presentida múltiples veces, quizá pronunciada ya otras tantas, pero nunca vivida hasta ahora.
Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido, quizá hacia lo nuevo, quizá hacia la nada; y mi misión, mi única misión, era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades, sentir en mí su voluntad e identificarme con él por completo.”
En la primavera hay una exigencia casi permanente a los demás de que nos reconozcan, nos atiendan y nos quieran, pero como nosotros necesitamos.
La energía de la primavera es profundamente desestabilizadora.
Es una energía que nos mueve y nos hace medir nuestra capacidad de equilibrio.
En primavera vamos a hacer una revisión de nuestra infancia.
LA PRIMAVERA EXIGE CRECER.
Hay una necesidad de crecer.
¿CÓMO NOS AFECTA?
En la persona, en el yo y en las relaciones.
El viento de la primavera convierte a las personas en sensibles, el aire nos conecta con que hay algo más importante que nosotros mismos.
La primavera abre al hombre al mundo de la percepción: colores, olores, sensaciones, percepciones…
Cuando en esta época no tenemos planes, metas, objetivos, no nos queremos o estamos desarmónicos, se traduce en tensión y en un “no valgo”. La sensación de depresión va a ser el punto de partida.
LA PRIMAVERA NECESITA RELACIONES
Si somos interpersonales, es decir, necesitamos a los de fuera, nos va a molestar que no nos llamen por teléfono, que no nos hagan caso, sentir que no se acuerdan de nosotros o que no existimos para los otros.
Si somos intrapersonales, aquellos de nosotros que disfrutamos más con nosotros mismos, nos cuesta más relacionarnos, cuando no necesitamos tanto a los demás, nos va a molestar que nos miren, que nos hablen, que nos pregunten, que se acerquen a nosotros, el sentimiento va a ser de invasión de nuestro espacio, porque nos va a molestas cualquier contacto con los demás.
Debemos de preguntarnos si la armonía nace de dentro de nosotros o nace de fuera.
Si necesitamos a los de fuera, sería bueno empezar a analizar qué falla de nuestra inteligencia intrapersonal.
Puede que no nos conozcamos, que no nos valoremos, que no nos queramos.
¿Qué pasa en nuestro mundo para necesitar que venga de fuera?
En primavera necesitamos relaciones y lo que es importante es reconocer dónde necesitamos el refuerzo:
Hay gente que se relaciona para fuera y hay gente que se relaciona para dentro.
LA PRIMAVERA NECESITA AUTOACEPTACIÓN.
En el invierno debemos haber alcanzado la confianza, debe haberse instalado en nosotros y ahora vamos a ver lo fuerte que es y si puede resistir el empuje de la primavera y de sus vientos.
El invierno es autoconocimiento: lo que soy y lo que puedo hacer.
Si hemos trabajado bien el invierno, la primavera necesita saber no sólo lo que yo puedo hacer, sino:
- lo que yo puedo hacer sólo, sin ayuda de nadie
- cómo lo puedo hacer
- para qué lo queremos hacer
Lo que nos va a preguntar la primavera es qué resultados ha tenido nuestro autoconocimiento.
La personalidad primavera puede volar, imaginar, soñar. Es importante no dejarse ir con todo ello.
LA PERSONALIDAD PRIMAVERA Y ESTA ESTACIÓN NECESITA:
- Firmeza para no dejarse ir
- Flexibilidad para disfrutarlo
Mirar donde hay un exceso de firmeza y dónde un exceso de flexibilidad.
Puede tratarse de aspectos generales, salud, trabajo, relaciones, estudios…, o de comportamientos concretos, referido a determinadas personas, situaciones…
Donde haya exceso de firmeza: meter flexibilidad
Donde haya exceso de flexibilidad: meter firmeza
PARA
HACERNOS UNA IDEA DE CÓMO VA A SER NUESTRA PRIMAVERA, SERÍA BUENO CONTESTARNOS
A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
¿QUÉ LLEVO EN MI CARTERA QUE NADIE PUEDE HACERME DESCONFIAR DE MÍ
MISMO/A?
- Implica confianza
- La da la madre
¿QUÉ PUEDO HACER SOLO/A SIN LA AYUDA DE NADIE?
- Implica seguridad
- La da el padre
¿CÓMO LO PUEDO HACER?
- De lo que soy capaz
- Nos va a mover nuestras creencias
- Nuestras aptitudes, capacidades
- Planificación, organización: ¿cómo nos enfrentamos a los retos?
¿PARA QUÉ LO QUIERO HACER?
- Es nuestro propósito
- Va a ser nuestra motivación
- Con el para qué crecemos
- Se van a tocar valores y necesidades.
- Revisión de valores y necesidades.
- Nuestro autoconocimiento, es decir: LO QUE SOY Y LO QUE PUEDO HACER.
- El autoconocimiento nos va a hacer mirar valores y comportamientos.
Ana Arranz
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