Sería bueno dedicar un poco de tiempo a leer el artículo que lleva el mismo título de esta entrada en la revista DISCOVERY D SALUD, nº 138, firmado por Antonio F. Muro.
La triste realidad es lo que en este interesante e importante artículo se cuenta:
La triste realidad es lo que en este interesante e importante artículo se cuenta:
"TODO COMPORTAMIENTO NO BORREGUIL SE CALIFICA DE ENFERMEDAD”
“La guía de Práctica Clínica sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en Niños y Adolescentes del Ministerio de Sanidad español la considera “un trastorno de inicio en la infancia que comprende un patrón persistente de conductas de desatención, hiperactividad e impulsividad. Se considera que el trastorno está presente cuando estas conductas tienen mayor frecuencia e intensidad de lo que es habitual según la edad y el desarrollo de la persona, y tales manifestaciones interfieren de forma significativa en el rendimiento escolar o laboral y en sus actividades cotidianas”. Es decir, una definición absurda que ha terminado llevando a que hoy se considere niño “enfermo” de TDAH a todo aquel que de forma reiterada no presta en clase atención suficiente, no se concentra en los detalles o comete errores por descuido, al que es habitualmente sucio y descuidado, al que tiene dificultad para estar atento en las actividades laborales o lúdicas o no parece escuchar cuando habla el maestro, al que no hace o completa los deberes, al que se mueve inquieto en la silla o se levanta a menudo cuando debe estar sentado, al que corra o salte en exceso, al que tenga dificultades para jugar, al que hable excesivamente,, al que interrumpa las conversaciones de otros… Y así un sinfín de comportamientos infantiles absolutamente normales y naturales más… salvo que uno crea en serio que los niños deben comportarse siempre como adultos de pequeño tamaño, domesticados, sumisos y obedientes….”
“La prescripción en España de fármacos inútiles y peligrosos a niños diagnosticados con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad –una enfermedad inventada- es ya de tal calibre que hasta el Comité de Derechos del Niño de la ONU ha manifestado su preocupación…”
“Es tal el número de niños diagnosticados –y medicados- de Déficit de Atención e Hiperactividad, Autismo y Trastorno bipolar infantil que el propio presidente del grupo de trabajo que se inventó tales “enfermedades”, el Dr. Allen Francis, se ha visto obligado a escribir un artículo reconociendo que lo que está sucediendo es injustificable….”
Discovery D Salud Nº138
Realmente merece la pena leer el artículo, nada de lo que en él se expone tiene desperdicio.
El sentimiento de pena aumenta cuando trabajamos con niños y adolescentes y podemos ver y comprobar los resultados que se producen simplemente conectando con ellos, escuchándoles y tratándoles como seres únicos que son, porque :
¿cuántos niños no pueden tener esta oportunidad?
Es sólo desde la neutralidad, una vez que dejamos a un lado los juicios y diagnósticos de médicos, padres y profesores y cualquier tipo de protocolo estandarizado, cuando podemos detectar las verdaderas causas de su aparente falta de uniformidad y comportamiento “antisocial” en comparación con el resto de los niños y adolescentes calificados como normales o alumnos e hijos ejemplares.
¿Habéis probado a sentir o testar la vibración de todos esos medicamentos con que se están tratando a nuestros hijos?
Es muy importante corregir la percepción que padres, profesores y entorno tienen de estos niños, así como las informaciones erróneas de las que somos objeto.
Se trata simplemente de llegar a la verdad de cada persona, y en la calificación de persona, como ser individual y único, no podemos excluir a los niños.
Personalmente, no entro a emitir juicios sobre la actuación de la medicina oficial, es obvio y está claro que sus actuaciones se producen desde el conocimiento adquirido y que el amor hacia el paciente es su principal motor. Pero a estas alturas, también es obvio que el ser humano es único e individual y en estas características esta la grandeza.
Se trata de recordar que no sólo somos cuerpo, sino que somos cuerpo, mente y espíritu.